242017May
Reflexiones sobre algunas preguntas incómodas

Reflexiones sobre algunas preguntas incómodas

Reflexiones sobre algunas preguntas incómodas… y nuevas preguntas (o pelotas) que invitan al debate

Por: Red Cepela

El 8 y 9 de mayo pasado se realizó en el Teatro Popular Comandante Camilo Torres Restrepo de la Universidad de Antioquia, la Cátedra Lenin: La guerra, la paz y el socialismo (191-2017), un espacio convocado por diferentes procesos estudiantiles que convergen en la Universidad y que fueron apoyados por la misma. Un evento que hizo posible el encuentro con Francisco Toloza de Voces de Paz, Jesús Santrich delegado de las FARC-EP, Maria Cristina Soares estudiosa de la teoría social marxista de Brasil, Iñaki Gil de San Vicente del país Vasco y Guillermo Scherping miembro del Partido Comunista chileno.

En la Alianza de Medios Alternativos el 22 de mayo se publicó la nota “Cátedra Lenin: Preguntas incómodas” escrita por la estudiante de periodismo Camila Quintero, quien inicia apuntando que más que una apología considera pertinente lanzar unas preguntas al aire o pelotazos a ver quién los recibe. Nosotros gustosos entonces recibimos los pelotazos (aceptamos el juego de la pelota, porque esta se permite rebotar y posibilita múltiples juegos, por el contrario evitamos su propuesta de las flechas, porque estas apuntan y no se señalan a sí mismo jamás) y las lanzamos de vuelta, esperando que muchos otros se sumen al juego, (debate, discusión o reflexión a varias manos); que en nuestra opinión es más que necesario y pertinente.

Coincidimos en preguntarnos el porqué de la poca asistencia a la cátedra. El Camilo Torres, otrora testigo de inmensas multitudes presenció una baja concurrencia a un espacio que creería uno es de gran importancia ante la coyuntura actual de un país que empieza a pensarse un futuro sin conflicto armado (por lo menos entre las Farc-EP y el Estado) y ante el talante de sus ponentes.

Podríamos aventurarnos a dar varias respuestas, dando a entender que el asunto es complejo y no obedece a una única causa. Primero se podría responsabilizar a organizadores, entre ellos uno de nuestros colectivos: el Proyecto Oficina Estudiantil, y asegurar que la convocatoria se hizo con poco tiempo de antelación o que fueron insuficientes los canales para contarle a los estudiantes de esta y otras universidades, no faltará quien diga que es un tema anacrónico y que a los estudiantes eso no les interesa (porque todo lo que sepa a rojo o a izquierda es como ese fantasma del manifiesto: espantador). Pero lo cierto es que en una universidad cada vez más despolitizada, donde la vida académica está cada vez más vaciada de contenidos y donde son pocos los profesores que ven su labor como una actividad política comprometida, los estudiantes poco entenderán de la importancia de participar de estos espacios de reflexión y construcción colectiva, y no hay que negar que la reflexión política les sabe mal y pareciera que la construcción de un país más digno y más justo nada tiene que ver con ellos.

Por otro lado, Camila hace mención de las “tantas expresiones del movimiento estudiantil afines a procesos revolucionarios y emancipatorios”, aquí lanzamos nuestras primeras preguntas o pelotas provocadoras, ¿Dónde están dichas expresiones? ¿Por qué no se unieron (o en presente, se unen) a ese esfuerzo colectivo que se conforma recientemente para organizar la cátedra?  ¿Será que esos espacios son de los que no convocan a un evento si no son ellos quienes lo organizan?.

También se nos ocurre preguntarles a todos los profesores del Alma Mater, y en particular a aquellos catedráticos en ciencias sociales y humanas, a los de derecho y ciencias políticas, a los de periodismo y comunicación, a los de filosofía y hasta a los de economía, ¿cuántos de ustedes invitaron a sus estudiantes a participar del evento? poniendo de antemano el hecho de que asistir al mismo no circunscribe a nadie dentro de una ideología ni mucho menos asegura que comulgue con las ideas políticas de Lenin, pero que escuchar si puede brindar pluralidad de visiones a quienes asisten, por la diversidad de experiencias y reflexiones planteadas por los y la ponente; además argumentando que la vida académica va más allá de las aulas o las investigaciones, que también lo son esos espacios que surgen en el seno de los mismos estudiantes y que obedecen a dinámicas de país.

Y en estos ires y venires de la pelota nos surge una reflexión que debería pararnos en un contexto histórico, necesario en cualquier escrito periodístico, así sea de opinión; eventos como la cátedra de Lenin, por años han generado estigmatización y señalamiento de organizadores y hasta de participantes. ¿Qué tanto es apatía o qué tanto es miedo a ser referenciado con una corriente ideológica, en un país donde la desaparición del contradictor político y el acallamiento de las voces disidentes se ha logrado con bala?

Sobre la calidad del debate, sin duda alguna faltó contar con asistentes mejor preparados para responder a las expectativas del espacio y fomentar la discusión, en este caso podría hacerse un señalamiento directo a los sujetos y su falta de preparación, pero creemos nosotros que es necesario también cuestionar un sistema educativo que instrumentaliza a sus estudiantes y donde el pensamiento crítico y la formación política brillan por su ausencia. Más que al estudiantado infantil del que Camila en su artículo se burla, nosotros lloramos por una educación pública sin presupuesto, con una tendencia progresiva al ánimo de lucro y cada vez menos a pensarse desde el bien común. Pensada desde intereses privados y del mercado.

En este punto del juego de la pelota, parece que llegáramos al momento culmen del tingo tango o a los penaltis… Nosotros desconocemos las pretensiones o motivaciones de quienes “escoltaban” a Santrich, como lo asegura Camila, por tal motivo nos abstenemos de dar respuesta alguna, además porque ya de entrada esta pregunta está cargada de juicios de valor más que de argumentos, aunque sí nos preguntamos el porqué Camila en su escrito afirma que el imaginario del pueblo de estos “escoltas sin agujas” es lejano, desconfiado y agresivo; adjudicándoles a estos chicos la imposibilidad de que el ponente delegado de las Farc –EP se acercara a la gente y se sentara en Barrientos.

Nosotros coincidimos por otro lado con su apreciación de que hubiera sido mucho más interesante tener a un Santrich más asequible, más cotidiano, pero culpar a “los guardianes estudiantiles” de este hecho no nos cuadra. Por un lado esta afirmación pondría al mismo Santrich a merced de los caprichos de estos “machitos” y nos permitimos dudar de que un miembro del secretariado de la guerrilla más antigua del continente se prive de la plaza pública y del contacto con los estudiantes por esta razón, lo que nos lleva a hacer una lectura del contexto más amplia, entendiendo que del día D hasta el 190 los guerrilleros tienen una serie de restricciones en su movilidad por fuera de los PTN (Puntos de Transición y Normalización), y que aunque algunos de ellos tienen autorizaciones para asistir a eventos, como la cátedra, deben dar cuenta al Mecanismo de Monitoreo sobre sus tiempos (por algo él se sale antes de terminarse el evento argumentando que debe irse), y de ahí, nos atrevemos a decir que tal vez su entrada por la puerta de atrás y su alto esquema de seguridad se deba a estas circunstancias y no a las por ella expuestas.

Otra pelota quedó rebotando cuando la estudiante de periodismo hace referencia a que habría que “romper ese imaginario de Antioquia como un lugar sumamente peligroso para las ideas revolucionarias”. Aquí distamos de su posición y hacemos un poco de memoria, y para no irnos muy lejos recordamos el 2 de octubre del año pasado, donde en Antioquia ganó contundentemente el No en el plebiscito (con 1.057.518 de votos), cifra que aportó significativamente a que el sueño de una paz estable y duradera no se materializara, poniéndonos a todos ante un panorama de “slow track” lleno de incertidumbres. Y cabe señalar el acuerdo firmado no constituye como “ideas revolucionarias”.

Camila acierta al asegurar que esta fue una oportunidad histórica, pero consideramos que no solo lo fue por la presencia de Jesús Santrich, lo fue por la presencia de los 5 ponentes que compartieron su invaluable experiencia y conocimientos, tal vez pueda pensarse en otro tipo de escenarios menos acartonados que convoquen un público más amplio, pero no por ello dejamos de ver lo valioso del esfuerzo de quienes gestionan y hacen posible este espacio de carácter académico.

Ante la afirmación de que el “acto nació muerto” y que por eso quien escribe el artículo no ilumina a los asistentes a la cátedra con sus pertinentes preguntas, respondemos con una pelota caliente donde la invitariamos a leerse con cuidado y adjudicarse con humildad los señalamientos y adjetivaciones que hace a lo largo de su escrito. Consideramos que aunque el espacio requiere de una autocríica fuerte y una evaluación rigurosa, deja múltiples aprendizajes para quienes desprendidos de las ganas de figurar y de los egos escucharon receptivamente a todos y cada uno de los ponentes, incluso a quienes tuvieron la osadía de intervenir a sabiendas de que es posible que se ridiculice lo allí expuesto. Y aunque para muchos eruditos, el cuestionamiento que hace el joven de la comuna 13 a Santrich sobre su posición a la defensiva en la entrevista con Vicky Davila sea una obviedad, con certeza para muchos, incluido él, (y nos atreveríamos a decir que para la gran mayoría de nuestro país), no es evidente el papel que han jugado y siguen jugando los medios de comunicación en este conflicto.

Por eso, a esta estudiante de periodismo, con una pluma muy afilada y mordaz, le lanzaríamos una pelota suavecito, un llamado a que no denigre ni ridiculice la labor de periodistas silenciados por el establecimiento como Arturo Alape, porque si de alguien tendrían que aprender las generaciones de periodistas del alma mater y de las demás universidades de este país es de él. Un periodista comprometido con las causas sociales, con posturas políticas que defendía, un estudioso de su contexto que no se permitía imprecisiones o lecturas sin estar aterrizadas a la realidad concreta en la que se encontraba. Pero además, por su pensamiento claramente marxista, consideramos que la lectura del poema no estaba desarticulada a la cátedra misma y mucho menos a la coyuntura nacional.

Para Camila, que tanto quiso tener cerca a Santrich y que pensando en este “protagonista” y sus “escoltas” se perdió de los valiosos aportes de Iñaki, Toloza, Maria Cristina y Scherping, la buena noticia es que las Farc-EP pronto pasarán a ser un partido político y la posibilidad de que lo vuelva a ver a él o a otro de los rebeldes en la plaza pública se hace cada vez más palpable.

Igualmente le agradecemos a ella por la incitación al juego y después de un gran disfrute ¡ponemos a rodar las pelotas!

Encuentra aquí nuestra galería de fotografìas de la Cátedra Lenin